Devocional
Necesitas experimentar el amor de Dios. La parte más importante de tu día es recibir el amor de tu Padre celestial. Sin ser amado por Dios, no puedes amarlo completamente a él o a los demás. La Biblia dice en 1 Corintios 13:1: “Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido”. Estás llamado a vivir tu vida en respuesta al amor de Dios, porque Dios pide que todo lo que hagas sea hecho con amor. Si lo que estás haciendo no lo haces con amor, no es agradable para él, y no puedes vivir un estilo de vida de amar a los demás sin ser amado por él primero.
Además, el deseo de Dios es abrumarte completamente con su amor en este mismo momento. Él no quiere amarte solo para que lo ames a él o para que ames a quienes te rodean. Amar a Dios y a los demás es una consecuencia natural de recibir el amor de Dios. Él te ama sólo porque te ama.
Dios anhela que vivas un estilo de vida de amor porque sabe que esa es la forma de vida más absoluta, satisfactoria, útil y pacífica para ti. Él desea liberarte de la carga de vivir para tu propio beneficio. Él quiere llevarte al camino de la vida abundante. Pero todo comienza simplemente con recibir su amor.
El amor de Dios te guiará, te establecerá, te capacitará y te deleitará por completo. Su amor te liberará, te obligará y te sustentará. Su amor por ti es eterno, real, y ahora mismo. Todo lo que necesitas hacer es simplemente abrirle tu corazón y separar un poco de tiempo ahora mismo para recibir su increíble regalo de amor.
Dios desea ser experimentado. Él está vivo y activo, pero muy pocos experimentan la vida y el amor que él quiere traerles. Hoy, después de recibir su amor, tómate un tiempo para reflexionar sobre lo diferente que te sientes y actúas después. Fíjate si sientes un gran deseo por Dios y por los que te rodean. Verás, Dios quiere que tengamos su amor para los que nos rodean. Al amar a Dios recibes su amor para los demás, y te preocupas por las cosas que les importan a las personas que amas. Lo mismo sucede con Dios. Pero todo comienza simplemente siendo amado por él. No hay mejor momento que ahora, dondequiera que estés, para recibir el amor de tu Padre celestial.